Yo no soy Peter Pan


Todos, inevitablemente, crecemos. Y aunque no todos recuerdan su infancia con una franca sonrisa (Yo si), estoy seguro de que a todos les gustaría regresar a algún punto en el pasado, y revivirlo. Aunque fuera solo en un breve sueño del que hay que despertar.

A pesar de que cada día vivimos las mismas 24 horas, segundo a segundo, pasa que un día abrimos los ojos por la mañana y todo es diferente, como si nos hubieran robado muchos años, como si despertáramos del sueño de los tiempos fáciles y de los problemas pasajeros, de las tareas y los amigos de la primaria y de la secundaria, de la primera borrachera, del primer amor, del primer beso...

De pronto la mesita de noche ya no esta donde estaba antes, Mama y Papa, son un poco mas viejos, el color de las paredes es otro, milagrosamente hemos sobrevivido a millones de crudas; ya no hay juguetes, ahora hay computadora, libros, tarea, trabajo, y cerca o lejos, un porvenir.

Cuando el amigo muere, o cuando el niño enferma, nos damos cuenta de nuestra propia fragilidad y de la suerte que tenemos de estar todavía respirando. Entonces “Vive cada día como si fuera el ultimo” tiene mas sentido que cualquier otra frasecita cursi y trillada de las que aparecen en las cadenas de Hotmail.

Hoy tenemos problemas que difícilmente resolveremos en un día. Heridas que tardaran años en sanar. Hoy es mas difícil saber y contar con nuestros verdaderos amigos, por que ya no los vemos al día siguiente en la escuela.

Y a pesar de todo, no podemos detenernos. La vida empieza a cobrar, y es muy peligroso deberle. En cambio si la vida te debe, empieza a pagarte en cantidades muy modestas. Los que siguen sacrificando lo que tienen y lo que son, para llegar a conseguir lo que sueñan cada día, entenderán de lo que hablo. Los que se rindieron ya están al borde de la monotonía, la vida no les cobra, no les paga, la van perdiendo poco a poco y van muriendo lentamente.

Quisiera despertar hoy en un ayer donde todo estuviera bien, decirle a mis hermanos que los quiero, abrazar a Papa y a Mama, y que me digan que todo va a estar bien, entonces respirar, y mañana, volver aquí, a seguir andando lleno de fuerza.

En fin, al pie de la tumba lo único que pensamos es en, que pudimos haber hecho para no estar ahí parados, eternamente, aunque eso no resuelva nada.


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