Una noche en vela de un invitado inesperado...

La luna ya se asomaba a través de los ventanales de la pequeña habitación donde el reloj de pared clavado sobre el crucifijo de la cómoda marcaba las diez en punto cuando se escucho un cálido beso.

Buenas noches- dijo con voz serena y cariñosa la mama de la niña de tez blanca a quien cobijaba despacio y con cuidado.

Buenas noches mami- respondió la pequeña Daira con su peculiar voz inocente en un tono cansado(típico de una niña de 8 años), y enseguida se acurruco en su cama de sabanas rosas y cabecera con estampado de corazones, completamente dispuesta a conciliar el sueño.

Después de muy pocos minutos la señora atravesó el cuarto convencida de que su hija ya había quedado profundamente dormida, salio cerrando la puerta tras de ella dejando solo la tenue luz del simpático velador adosado y la luna alumbrando la infantil habitación. Daira escucho en su subconsciente los pasos de su mama alejándose poco a poco hasta quedar en completo silencio...

Repentinamente un sonido como el que producen las uñas al rascar el suelo regresaron a la niña desde ese lugar, en donde pasamos de la inconsciencia al sueño, hasta la completa realidad para hacerla sentarse sobre su cama de un salto. La pequeña inspecciono la habitación con sus dos grandes ojos color café claro(casi miel), desde su ropero semi-victoriano al fondo del cuarto, hasta su estante cubierto de peluches de todos los tamaños, colores, y formas. Reviso con detalle su cómoda con el crucifijo, el espejo y algunas de sus mejores obras de arte hechas a lápiz y crayón, pero no encontró nada fuera de lo normal, y después de asumir que todo había sido parte de un sueño se hundió de nuevo entre sus cobijas y cerro decidida sus ojos.

El tiempo pasaba pero por alguna incomoda razón ella no lograba sumergirse en sus sueños de nuevo; entonces giro su cuerpo a la derecha... Luego a la izquierda tratando de sentirse mas cómoda... y a la derecha otra vez... Probo boca arriba, pero nada, el recorrido de las manecillas del reloj casi parecían una orquesta en sus oídos que cada vez se hacia mas fuerte, decidió dejar de pensar en todo lo que sucedía a su alrededor y tratar de dormir; poner su mente en blanco quizá funcionaria(esta es mi proyección del niño Art).

las agujas del reloj estaban en el doce y Daira se encontraba haciendo conjeturas en su cabeza, ni ella misma sabia cuando había comenzado, pero ya estaba debatiéndose acerca del color de sus paredes, alguna tarea escolar o el niño por quien debía negar públicamente que sentía algo por miedo a que sospecharan. En ese momento el sonido que escucho antes se produjo de nuevo, y el susto la regreso al estado de alerta solo que esta vez permanecio recostada; espero con atención y el sonido volvió una vez mas pero esta vez con un leve golpeteo constante y discreto. De un suspiro la niñita contuvo el aire, se sentó en su cama con las cobijas bien apretadas entre sus pequeñas manos e inspecciono otra vez, el miedo comenzaba a recorrer su piel, decidió por fin enfrentar el tabú de cada niño, el temor de todos los pequeños como ella, la solución de todos los oscuros sonidos de la noche, decidió revisar bajo su cama.
Lentamente se incorporo, se desenredo un poco su cabello largo y castaño, y con la valentía de una niña dispuesta a enfrentar lo peor, cerro sus ojos, se arrodillo un momento... rápidamente levanto las sabanas y al abrir sus ojos escucho un suave ladrido, inclino su cabeza y una criatura de un salto salio de debajo de la cama para aterrizar sobre Daira, lamiéndole toda la cara.

!Basta!- dijo la niña entre risas discretas. El pequeño Beagle dio un ladrido y se retiro de pronto con la lengua de fuera, como esperando una caricia, se tiro al suelo con la pansa hacia arriba y dio algunas vueltas, la pequeña comenzo a rascarle rápidamente con una enorme sonrisa en su cara.

¿Como te llamas?- le pregunto Daira entusiasmada -hmm... creo que no tienes nombre, ¿Como llegaste aquí?- El perro dio otro ladrido y se puso en sus cuatro patas para luego sentarse sobre las dos traseras.

¿Tienes hambre?- el perro produjo un corto alarido a lo que la niña asumio como un "si".

Ven, hay algo de sobras en el refrigerador te daré un poco- al terminar de decir esto la pequeña Daira se puso de pie, desarrugo un poco su pijama, y camino hacia la puerta seguida por el perro de color marrón con negro(era solo una enorme mancha negra en su espalda que distingue a la raza). Abrió cuidadosamente la puerta hasta un ángulo por donde pudieran atravesar los dos, camino hacia las escaleras de puntas para no despertar a su madre y al escuchar los diminutos pasos del perro se dirigió hacia el y con su dedo en los labios le indico un: -shhh puede escucharnos - y luego bajaron despacio cada escalón.

Creo que te llamare... Rodi- indico convencida al llegar al ultimo peldaño de la escalera - ¡Rodi, corre vamos a la cocina!- y corriendo los dos llegaron frente la gran puerta del refrigerador. El perro Rodi empezó a olfatear por todos lados mientras la pequeña asaltaba con cuidado el refrigerador, el perro recorrió un poco la alfombra y un poco el comedor hasta que de repente encontró un maravilloso objeto redondo, lo introdujo en su boca y ansioso lo dejo a los pies de Daira.

Aquí tienes tu comida...- dijo la pequeña dejando un plato con pedazos de carne y de hueso frente al perro -oh... ¿te gusta la pelota? come un poco y ahora jugamos- El perro jugueteo un poco con los huesos y con la carne y luego se lanzo sobre la niña lamiéndole de nuevo la cara, la pelota salio disparada de la mano de Daira. Rodi corrió hasta atraparla con su hocico y traerla de nuevo hacia los pies de la pequeña Daira

-Esta bien ¡Aquí va!- dijo recuperandose entre risas, y lanzando de nuevo la pelota, aveces al regresar lo acariciaba, y después inevitablemente regresaban al juego.

Al amanecer los pasos de la señora bajando rápidamente por la escalera eran producto de que no había encontrado a su hija dormida en su habitación como de costumbre, al llegar a la sala de estar encontró asombrada un plato con sobras de comida, una pelota y a su hija dormida inocente sobre la alfombra, se arrodillo para moverla un poco, solo lo necesario para despertarla con cuidado.

Daira, hija... ¿que estas haciendo aquí?-

La pequeña abrió con cuidado sus ojos.

¡Mama! ¡Encontré a un perrito debajo de mi cama!- Dijo exaltada al recobrar el recuerdo de la noche anterior -Pero... ¿donde esta? Estuvimos jugando aquí abajo toda la noche y...-

¿Toda la noche?- dijo su madre interrumpiendo el ultimo comentario de Daira -hija, yo no escuche nada, probablemente tuviste un mal sueño, deves tener mucho cuidado, ¡Pudiste hacerte daño en las escaleras!-

Si mama, pero estuvo aquí, eso creo- en ese momento el volumen de su voz disminuyo -incluso lo nombre, lo nombre... Rodi...-

Después de que las campanadas de la iglesia anunciaran las dos de la tarde Daira regresaba de la escuela acompañada de su mama, era común que todos los días la llevara y pasara por ella, recorrían las calles y saludaban a los vecinos pero en ese momento una ansiana que habitaba dos casas alado de la de la pequeña, lloraba inconsolable evitando que su madre pudiera saludarla.

Mama ¿porque esta llorando?-

Pues mira Daira escuche que ayer por la tarde ella perdió a su perrito en un accidente con un auto, por lo que veo lo quería mucho, llora porque lo extraña...-

La noche de ese día Daira espero atenta a cualquier sonido, revisaba debajo de su cama, y volvía a cerrar los ojos, pero la pequeña niña nunca volvió a ver al Beagle marrón de nombre Rodi.

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