Eclipse de razon...


Hoy escuche de la radio lo que el viento ha dejado en las manos de aquellos que rigen la libre expresión.

Que la voz de alguna cantante, antigua y perdida, regresa y es mas importante que el hoyo en la capa de ozono, que el juego del narco y el justo, que la guerra entre Irán y Turquía.

Que las marchas de blanco se pagan con sangre, y la campana se calla al igual que los hombres que han visto la muerte y vivido otro día.

Que la democracia, el progreso y la suerte son mitos del pobre, y la biblia es un libro de ciencia ficción.

Que el abismo entre paz y violencia a crecido, y aquel niño ha pedido gritando cariño y ha sido violado; que de nuevo ha venido el mesías y sin saber ya lo han sentenciado.

Que no hay modo de ir y venir sin dejar una parte, que la vela del mundo se acaba y nadie lo nota; que ha fallado de nuevo la cura del SIDA.

Que no hay muerte que deje mas vida. Que la fe es relativa al dinero y el clero la agota tras el vaticano. Que el gobierno ha planeado otro golpe de estado que ha sido comprado y frustrado.

Que no existe otro cambio que el cambio de leyes y drogas legales e impuestos formales, que el rico y el sabio no saquen de todos los niños discapacitados.

Que a travez de ese cura casado y promiscuo tu dios te ha negado el aborto y la pena de muerte prohibe.

Que nunca ha existido tu mexico autentico y libre.

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El niño y el pintor


Ya hace días que esta historia se cocinaba en mi cabeza, es corta, de literatura sencilla y trama modesta. Hoy, después de pocas semanas de mi ultima entrada les presento(sin intención de que el titulo suene a Esopo):



El Niño y el Pintor.


Algunas horas después de que la lluvia cayera sobre la pequeña ciudad de "San Edel" el cielo seguía nublado e impregnaba de un tono gris todo el suburbio; desde los callejones antiguos y coloniales, hasta las avenidas anchas y largas que conducían al jardín principal, rodeado de portales victorianos y viejos. Las torres de la iglesia se asomaban sobre los gruesos arboles "Ficus" que abundantes decoraban la plaza junto con las lamparas en forma de faroles. El suelo, agrietado por el tiempo, estaba cubierto de charcos que salpincaban las personas al atravesar los caminos que terminaban en el medio de aquel pintoresco lugar donde un modesto kiosco representaba elegante el centro de toda la ciudad.

Subiendo las escaleras de aquel sencillo pabellón apareció la silueta de un hombre alto y delgado, su sombrero Borsalino marrón, y un suéter Jersey color café le daban el porte de todo un artista contemporáneo
y sus Jeans descuidados le restaban años a los cuarenta y tantos que su mirada reflejaba.

De un suspiro coloco las manos en su cintura, erguido y orgulloso de estar vivo aquella húmeda mañana; miro a su alrededor con la barbilla en alto, observando con cuidado los pájaros en el cielo, las gotas de lluvia cayendo de las hojas de los arboles, las personas transitando muy deprisa y las fuentes de piedra en las jardineras, todo le parecía asombroso, pero nada parecía complacerle. Por fin detuvo su mirada y después de respirar de nuevo la brisa fresca tomó un tripie de madera que estaba detrás de él y lo colocó al frente junto con un cuadro de una finísima tela blanca.

Con la paleta de colores sostenida se dispuso a analizar la perspectiva extendiendo bien el brazo, y después de pocos segundos comenzó con su obra, empapo los cabellos de su escobilla en color, pero antes de dar el primer pincelaso se detuvo... De nuevo observó a su modelo, inclino un poco la cabeza, miró al cielo pensando, y poco después se concentro otra vez en su cuadro, pero centímetros antes de que el pincel tocara la tela nuevamente se detuvo.

Intentó una vez mas con los ojos entre cerrados, y nada... Se colocó de perfil, apuntó la vista, pensó otra vez, pero nada; algo en su cabeza parecía impedirle recrear ese cuadro tan distinto. Se sentó sobre un escalón del pequeño kiosco con la mirada perdida en sus pensamientos, se quito el sombrero y se paso la mano entre su despeinada cabellera obscura que a pesar de los años solo dejaba ver pocas canas.

-¡Garbanzos! ¡Baratos sus garbanzos!- La voz de un pequeño rompió la concentración del artista distraido sobre el viejo pabellón, y al girar su cabeza se encontró con un niño pequeño de piel trigueña, cabello castaño lacio y despeinado y ojos enormes que se acercaba con pasos torpes y rápidos.

El hombre dejo sus herramientas y puso su cara entre sus manos lentamente mientras cerraba su ojos.

-Hola señor... ¿No compra garbanzos?- Dijo el pequeño con voz inocente y entusiasta.

-No niño...- Le respondió lacónico con voz ligeramente grave.

-¿Por que no? se ve que no le va muy bien hoy... Mi mama dice que cuando a alguien no la va muy bien en el día una bolsa de garbanzos puede ser la solución... que dice, ¿cuantas le doy?.

-No quiero nada... No tengo dinero, gracias...

-¿Enserio? Mi mama dice que nunca les ofrezca garbanzos a los vendedores ambulantes porque son muy, muy tacaños, ¿usted es un vendedor ambulante? porque se ve como uno...

-No, no soy un vendedor ambulante- Respondió un poco exaltado -Soy un pintor, un artista, ¿No tienes que seguir con tu trabajo niño?

-Yo creo que todos los pintores de por aquí son muy pobres, ninguno nunca me compra nada... O tal vez es porque comen en lugares caros... ¿usted es pobre? ¿Por eso esta tan triste?

-No niño... ni soy pobre ni como en lugares caros y tu ya tienes que irte.

-Esta bien...- suspiro el niño desconsolado -de todos modos tengo mucho que hacer...- el niño camino unos cuantos pasos lejos del kiosco.

El hombre suspiro resignado, se barrio la cara con la palma de una mano y después grito: -¡Oye Niño!

El pequeño dio media vuelta y regreso corriendo con su canasta de garbanzos -¿Si?- Pregunto entusiasmado.

-Ven, sube, tengo algo que preguntarte...

El niño subió con rapidez y torpeza uno a uno los peldaños sostenido al barandal de metal hasta el ultimo escalón donde se sentó y levanto la mirada para observar atento los ojos del pintor.

-¿Vez a ese hombre de allá?- pregunto el artista apuntando su dedo hacia una banca frente a el.

-¿El anciano que esta leyendo?

-Si, ese... ¿que vez en el?

-Pues yo veo...- El pequeño entrecerró sus ojos -pues, muchas arrugas...

El pintor esbozo una pequeña sonrisa. -Si, pero aparte de eso ¿que vez? ¿que detalles notas en el?

El pequeño observo unos segundos, enarco una ceja, y exclamo:-¡Ha ya se! Se refiere a sus pantalones ¿Cierto? Yo digo que son muy viejos por que están muy remendados.

-No... no me refiero a eso...- el hombre rodeo al niño con su brazo, y acerco su cara para quedar sobre la misma perspectiva. -Mira, mas allá de ese abrigo descuidado, debajo de esos anteojos y detrás de esa mirada apagada... ¿Que vez?

-...Disculpe señor pero... yo no alcanzo a ver nada mas, aparte no le entiendo, ¿Para que quiere que le diga eso?- dijo el niño mientras tomaba una bolsilla de garbanzos de su canasta.

-Pues...que necesito inmortalizar a ese modelo en este fino lienzo hecho de lino.

-Hmm, ¿y eso que significa?

-...Que quiero pintar a ese anciano- dijo el viejo artista con su resignada laconia.

-oh, ¿y cual es el problema?, es muy fácil yo le puedo ayudar- El pequeño sonrió alegremente con una inocente mirada.

-Sucede que... no es tan sencillo, bajo ese semblante cansado deja ver un atisbo de sabiduría, y un montón de historia que desea compartir a gritos con alguien

-Y ¿Porque no lo pinta y ya? es solo una pintura ¿no?

-¡Por supuesto que no! no es solo una pintura, nunca es solo una pintura, siempre hay sentimientos, mensajes, emociones que se transmiten a través de cada cuadro, y el autor no puede dejarse llevar por lo que ve o lo que siente, por que si lo hace, su obra se convierte en un rotundo fracaso, un cascaron vacío, tinta y papel y nada mas.

El niño inclino su cabeza confundido y llevo a su boca unos cuantos garbanzos.

El pintor tomo un bocado de aire y exhaló. -Te explico... para nosotros los artistas es muy importante dejar un mensaje en todas las personas que aprecien nuestro trabajo, pero podemos fallar a causa de nuestras emociones. Si fueras pintor lo entenderías; por ejemplo no es lo mismo provocar nostalgia con tu cuadro que pintar tu cuadro con nostalgia, pues si haces lo primero cumpliste con tu objetivo, pero si caes en lo segundo olvidaras detalles y al final pintaras un cuadro para ti y para nadie mas y tu obra perderá el sentido con el tiempo, porque nuestras emociones cambian siempre, vienen y van.
Por eso no puedo simplemente pintar a aquel hombre de la banca, por que no se como captar toda ese camino que lleva recorrido. Ni siquiera puedo verme a su edad, somos muy distintos, el tiene el conocimiento de mas de 6 décadas, y ha perdido ya la cuenta de sus años. Tiene la memoria forrada de recuerdos, y el corazón parchado de experiencias por todas partes. Ese libro que lee y las sonrisas que aveces deja escapar casan por entero con sus deseos de seguir viviendo, busca aventuras, motivos para andar de pie. Yo no se como demostrar todo eso en un solo cuadro, es decir miralo, un anciano solo, sentado en medio de este enorme jardín es deprimente, no inspira nada mas que compasión -observó el pintor al mismo tiempo que comía unos cuantos garbanzos de la tercera bolsilla que el niño había sacado de su canasta.

Las campanadas de las torres de la antigua iglesia anunciaron las doce en punto haciendo que las palomas volaran sobre los arboles del jardín. El anciano despego los lentes que enmarcaban sus ojos obscuros del libro que leía y elevo su mirada al cielo, luego reparo en un reloj dorado de cuerda y cadena que guardaba en el bolsillo interior de su abrigo, lo puso de nuevo en su lugar y se puso de pie.

-oh no, se va a retirar, creo que eh perdido mi oportunidad, no lo crees amigo?- dijo resignado el pintor, pero cuando volteo a ver el niño bajaba las escaleras del pequeño kiosco.

-Espere tengo una idea, usted comience a pintar cuando estemos listos.

El artista observo como el niño le decía algo al anciano a lo que este accedía con una sonrisa paciente, después regresaron los dos a la banca, el hombre se sentó y abrió su libro de nuevo, el niño poso detrás de la banca a la derecha del simpático anciano, apoyó sus brazos en el respaldo de la banca y hombre del kiosco comenzó convencido a pintarlos...

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